miércoles, 30 de abril de 2025

El Día que Robé a Katarina Claes (Primera parte)

Bueno aqui una historia de uno de mis anime favoritos aunque no el mas favorito (todos saben que soy una loquita obseciva con umineko no naku koro ni) Aun asi espero les guste y si quieren mas tendran que comentar o no subo nada mas por la gente :p asi que comenten y espero disfruten esta primera parte de esta historia de hamefura......

Mary Hunt ya lo había leído tres veces.

El libro estaba encuadernado en cuero descolorido, con símbolos de rosas negras que parecían marchitarse cada vez que parpadeaba. Estaba escondido tras un falso fondo en la biblioteca de los Claes, como si el destino mismo hubiera querido que lo encontrara mientras buscaba una novela romántica para poder leer junto a Katarina.

"Vínculo del Corazón: unión entre dos almas afines. Compartirán cuerpo, esencia, y amor eterno. El intercambio será efímero… a menos que la voluntad de uno lo selle en la eternidad."

La primera vez que lo leyó, le temblaron las manos.
La segunda, imaginó cómo sería estar en la piel de Katarina en su fantasia podia verse controlando y logrando que katarina claes hiciera lo que ella queria o por lo menos su cuerpo.
La tercera… lo deseó con locura.

Pero Mary era lista. Y, sobre todo, amaba con locura. tal ves demasiada locura

Los días pasaron con esa carga muda sobre sus hombros.

Observaba a Katarina mientras reía con los demás, comía pastel sin culpa, derramaba migas en su regazo y luego le sonreía como si nada. Observaba cómo Geordo le ofrecía su brazo, cómo Sophia la tomaba de la mano, cómo Maria la miraba como un ángel.

Mary lo soportaba todo con una sonrisa.
Siempre sonriendo.
Siempre conteniéndose.

Pero su corazón se volvía un mar envenenado, cada vez más profundo, más difícil de calmar.

Y entonces ocurrió.

Una tarde dorada en los jardines, bajo la pérgola de rosas que ella misma había plantado. Se había armado de valor. Había preparado todo. Una escena perfecta, íntima, suave. Solo ella y Katarina.

“Quiero decirte algo,” le susurró Mary, bajando la mirada.
El corazón le latía tan fuerte que creyó que sus venas cantarían su secreto antes que su voz.

Pero Katarina... con su típica torpeza, su dulce ignorancia…
rió.
“¡Oh, Mary! Seguro quieres hablar de flores, ¿no? Vi unas hermosas esta mañana cerca del huerto de nabos. ¡Tienes que verlas!”

Y se fue. Sonriendo.
Sin escuchar.
Sin entender.
Ignorando.

Mary se quedó sola.
En silencio.
Con el alma rota.
Y los ojos secos, no por falta de lágrimas… sino por exceso de determinación.

“No puedes seguir amando algo que solo puedes mirar.”
“Quiero ser ella. Quiero su cuerpo, su voz, su risa… su vida. Si no puedo tenerla…”
“…entonces seré ella.”

Y esa noche, mientras todos dormían, Mary volvió a leer el libro.

Por cuarta vez.
Sin temblar.

Mary preparó cada paso como quien prepara una ceremonia nupcial.

Las instrucciones del ritual estaban escritas en verso antiguo, críptico, llenas de simbolismos florales y fases lunares. Pero ella lo entendía. Lo sentía. Era como si el libro le hablara directamente a su deseo más profundo.
Solo necesitaba tres cosas:

  1. Una flor negra del jardín prohibido, que solo florecía en la luna nueva.

  2. Un objeto íntimo de la persona deseada, algo impregnado de su energía vital.

  3. Un espejo encantado, tallado con runas de inversión.

El primero lo había conseguido hacía semanas, tras adentrarse sola en los terrenos malditos donde ni los jardineros se atrevían a pisar. La flor era pequeña, de pétalos aterciopelados, y olía a tierra húmeda y sangre dulce.
El segundo… lo guardaba como un tesoro: un lazo de cabello que Katarina le había regalado sin pensar, torcido y adorable como todo en ella.
Y el espejo… lo había robado del cuarto de reliquias mágicas del instituto, oculto en su propio joyero bajo llaves encantadas.

Todo estaba listo.

Solo faltaba el momento.
Y Mary ya no podía esperar más.

Esa noche, sin luna, cuando las sombras parecían beberse la luz de las lámparas, Mary cruzó los jardines de los Claes como una sombra más.
No había miedo en su pecho.
Solo calor. Solo una devoción silenciosa y salvaje.

Sabía por dónde entrar. Sabía qué ventana estaba floja. Había pasado tantas horas en esa casa que casi podría habitarla con los ojos cerrados.
Subió las escaleras como un suspiro.
Pasó por el pasillo de los retratos.
Y llegó.

El cuarto de Katarina.

La puerta no tenía cerradura. Mary la abrió con la delicadeza de una amante… y la decisión de una ladrona.

Allí estaba.
Katarina Claes.
Durmiendo sobre su costado, medio abrazada a una almohada, con el cabello suelto y una pierna colgando del borde de la cama como si flotara en un sueño infantil.
Su espalda subía y bajaba con lentitud, como si el mundo no tuviera peso sobre ella.

Mary se acercó. Cada paso era un latido.
Se arrodilló junto a la cama.
La observó como si la viera por última vez… y también como si la viera por primera vez realmente suya.

El lazo de cabello en su mano tembló.

“Tú no me ves, Katarina… pero yo te veo toda. Todo lo que eres, todo lo que ignoras de ti misma. Nadie más podría cuidarte como yo. Nadie más te ama como yo. Yo no te quiero… yo te necesito.”

Desató el pequeño saco con la flor negra. La colocó sobre el pecho dormido de Katarina, entre los pliegues de su pijama.
El espejo lo sostuvo frente a ambas.
Y empezó a recitar.

Mary recitó las últimas palabras con voz trémula, mirando fijamente el espejo encantado.
El reflejo le devolvía una imagen imposible: ella y Katarina, una frente a la otra, pero… algo no encajaba. El cristal vibró, y por un instante, las caras parecieron distorsionarse. Como si algo —no visible a simple vista— se moviera detrás del vidrio.

Y luego…
Nada.

Katarina no despertó.
No tembló el aire.
No hubo brillos, ni estallidos mágicos.
Solo silencio.

Mary esperó.

Segundos.

Minutos.

Horas, tal vez, en su mente.

Pero Katarina seguía dormida.
Nada había cambiado.
O eso pensó.

—“Falló…” —susurró Mary, con la voz vacía.

Guardó el espejo con manos lentas, como quien guarda una promesa rota. Tomó el lazo de cabello, lo dobló con cuidado, como si todavía pudiera significar algo más que un error. Miró a Katarina una última vez.

Su pecho subía y bajaba, plácido. Inocente. Lejana.

Mary contuvo una lágrima, aunque no sabía si era de tristeza… o de rabia sorda.

Salió de la habitación sin mirar atrás.

La casa de los Hunt estaba en silencio.
Mary caminó descalza por los pasillos oscuros hasta su habitación, sin encender una sola lámpara. El vestido todavía manchado de tierra, las manos sucias de hechizo y duda.

Se desvistió en la penumbra, dejó el espejo en su tocador, cubierto por un paño rojo, y se recostó sobre la cama sin deshacer las sábanas.

—“Tal vez... nunca fue para mí,” —susurró.

Y cerró los ojos.

Lo que Mary no sabía…
Es que ya había comenzado.

Muy por debajo de la consciencia, en un rincón donde la magia y el alma se tocan, los hilos de plata se habían soltado.

Del pecho dormido de Katarina, uno de esos hilos se elevaba en espiral hacia la noche, flotando como una hebra arrancada del destino.
Y desde el cuerpo de Mary, otro hilo respondió, estirándose, reconociéndola.

No se apresuraban.
No necesitaban hacerlo.

Era un pacto silencioso.
Un amor convertido en fuerza antigua.
Y en la oscuridad de dos habitaciones distintas…
las almas empezaron a caminar.

En un espacio donde no existe el tiempo, donde no hay palabras, ni rostros, ni carne… solo alma,
dos presencias flotaban.

Inconscientes.
Frágiles.
Pero cargadas de una fuerza inevitable.

Los hilos de plata —como venas del destino o telarañas tejidas por el deseo— guiaban sus trayectorias.
Primero suaves, como suspiros.
Luego firmes, como la voluntad de un dios cruel.

El alma de Katarina Claes, inocente, tibia, luminosa,
no sabía que había comenzado a ser desplazada.
No se resistía.
No entendía.
Pero el mundo que la envolvía comenzaba a temblar.

Los hilos que la rodeaban —los que brotaban del cuerpo de Mary—
se tensaron repentinamente.
Y la atraparon.

Como una red.
Como raíces que desean injertarse en otra flor.

Un instante después, Katarina fue arrastrada.

No cayó.
Fue absorbida.

Su alma, suave como una pluma, cruzó el espacio entre mundos
y descendió como una gota sobre el cuerpo de Mary Hunt.

El cuerpo —hasta ahora vacío— se estremeció levemente.

Como si sus brazos hubieran esperado siempre ese peso.
Como si su carne reconociera por fin a la visitante como la única inquilina posible.
Los hilos de plata se cerraron en espiral alrededor de ella,
sellando con ternura forzada su llegada.
No había marcha atrás.

Mientras tanto…
el alma de Mary Hunt, mucho más densa, más roja, más determinada,
flotaba con dirección clara hacia su objetivo.

El cuerpo de Katarina.

Puro.
Elegante en su descuido.
Hermoso incluso en el sueño.
Perfecto.

Mary no tenía conciencia de lo que hacía.
Pero su deseo sí.

El cuerpo de Katarina se abrió para ella, no en defensa, sino en espera.
Como si una parte profunda de él —nacida de todas las veces que fue mirado con adoración—
hubiera aceptado ya a Mary como su verdadera alma.

Y así, ella entró.

No fue suave.
No fue violento.
Fue como agua encajando en su copa predestinada.

Los hilos de plata danzaron alrededor suyo, girando con gracia,
envolviéndola, sellándola.

Y cuando el último hilo encontró su sitio,
el cruce se completó.

sábado, 26 de abril de 2025

Un viernes de locos otra perspectiva (final)

 Bueno se que dije que serian mas de 2 partes pero no le veo caso pues quiero publicar mas cosas asi que aqui tienen la continuacion  y el final de esta reimaginacion donde harry y anna cambian cuerpos

Harry respiró hondo antes de tocar suavemente el hombro de su antiguo cuerpo que yacía aún dormido en su cama.

—Anna... despierta.

El cuerpo de Harry —con Anna dentro— gruñó, girando con pereza entre las sábanas.

—Cinco minutos más…

—Anna —insistió Harry, ahora en el cuerpo de su hermana—. De verdad, despierta.

Anna entreabrió los ojos, aún medio dormida, y al ver la cara de su propio cuerpo frente a ella, tardó un par de segundos en procesarlo. Pero cuando la confusión dio paso al reconocimiento, se incorporó bruscamente.

—¡¿Qué demonios…?! —gritó con una voz que ya no era suya. Se llevó las manos al rostro, sintiendo una piel infantil, menos cuidada y un cuerpo que no encajaba con lo que su mente recordaba.

Se miró las manos, luego bajó la mirada hasta su pijama infantil, y finalmente clavó los ojos en la chica que tenía enfrente.

Harry, en el cuerpo de Anna, se llevó las manos al pecho, fingiendo nerviosismo.

—¡Tranquila! ¡Yo tampoco entiendo qué pasó!

—¡¿Por qué tengo tu voz?! —Anna se levantó de golpe, tropezando torpemente con los pies torpes de su nuevo cuerpo más bajo, con movimientos que sentía torpes y descoordinados—. ¡¿Qué me hiciste, Harry?!

—¡No te hice nada! —respondió Harry, tratando de sonar agitado, aunque por dentro luchaba contra una sonrisa. Ver a su propio cuerpo haciendo esos gestos exagerados, y a Anna completamente fuera de sí, era... demasiado divertido.

Anna se acercó al espejo del cuarto y palideció al ver la cara de Harry reflejada.

—No, no, no… esto no puede estar pasando. ¡Estoy en tu cuerpo!

—Y yo en el tuyo —dijo Harry en voz baja, tocándose el rostro de Anna con una expresión que simulaba confusión, aunque sus ojos brillaban con una emoción muy distinta. Aún podía sentir el suave balanceo del pecho al moverse, el peso de su cabello cayendo sobre los hombros, el cosquilleo de las piernas suaves y largas bajo la pijama. Todo se sentía distinto, ajeno… pero tan extrañamente agradable.

Anna se dejó caer en la cama con las manos en la cabeza.

—¿Qué hicimos? ¿hicimos algo diferente? ¿Qué fue lo último que hicimos anoche...?

Ambos se miraron por un instante.

—Las galletas —dijeron al unísono.

—Lo que tenian escrito esas gallestas era raro. Sentí algo extraño cuando la leí —dijo Harry con la dulce voz de Anna encogiéndose de hombros.

—Ok. Hasta que descubramos cómo arreglar esto, vamos a tener que vivir como el otro… aunque sea temporalmente.

Harry asintió, mordiéndose ligeramente el labio inferior. Le gustaba cómo se sentía su nueva boca al hacer eso.

—Sí… supongo que sí.

—Y ni se te ocurra arruinar mi vida, ¿me oíste? —Anna lo señaló con su nuevo dedo pequeño y regordete—. Nada raro. No toques nada raro.

Harry alzó ambas manos en gesto de inocencia.

—Lo juro.

Pocos minutos después, ambos bajaron a la cocina intentando actuar lo más normales posible. El padre de Tess ya estaba leyendo el periódico y el prometido de Tess bebía café mientras miraba su celular.

—Buenos días —dijeron los dos con sus voces cambiadas, uno detrás del otro.

Harry, en el cuerpo de Anna, caminaba con un poco más de cuidado, como si aún no estuviera acostumbrado al balanceo natural de las caderas, pero empezaba a disfrutar la ligereza del movimiento. Anna, en cambio, caminaba como si todo le molestara, incómoda con cada paso que daba con el cuerpo más pequeño y torpe de Harry.

Ambos se sentaron a desayunar, esforzándose por no levantar sospechas. Comieron en silencio. Harry no pudo evitar notar cómo se sentía mover la boca con labios suaves y femeninos, o cómo todos en la mesa lo miraban con una sonrisa menos Tess quien estaba muy molesta con su hija y la miraba con una mirada que Harry nunca recibía, y eso solo por verse como Anna. Esa atención lo hizo sentir extraño pues nunca habia experimentado esa mirada de su madre.

Cuando terminaron, se pusieron de pie al mismo tiempo.

—Tenemos que prepararnos para la escuela… —dijo Anna, con resignación en su nueva vocecita infantil.

—Sí… —respondió Harry con una sonrisita que trató de disimular.

Subieron juntos las escaleras, uno tras otro, rumbo a sus habitaciones… listos para comenzar oficialmente el día más extraño —y para Harry, posiblemente el mejor— de sus vidas.



Harry bajo las escaleras sintiendo cómo cada paso le recordaba que estaba en el cuerpo de su hermana mayor. Todo se sentía distinto: el balanceo de sus caderas y sus pechos, el peso de su largo cabello cayendo por su espalda, la elasticidad diferente en sus músculos. Se detuvo un momento frente al espejo del pasillo y parpadeó.

Ahí estaba: Anna, sonriendo sin querer, en un reflejo que ahora era suyo. La camiseta ceñida con mangas rojas, mostrando un pequeño pedazo de piel entre el pantalón y la tela, las pulseras, el cinturón negro de estoperoles… todo tan rebelde, tan fresco, tan libre.

Por un instante, Harry sintió un nudo de miedo en el estómago. "¿Cómo se supone que voy a pasar por la preparatoria si ni siquiera he terminado la primaria?" pensó. El solo hecho de enfrentarse a profesores más estrictos, tareas más difíciles, y compañeros que esperaban que supiera cosas que no tenía idea de cómo fingir… le helaba la sangre.

Sin embargo, al mismo tiempo, cada vez que movía un brazo y veía la gracilidad con la que su nueva mano —ahora delgada, con uñas pintadas de negro— se acomodaba, o cada vez que giraba un poco y sentía el movimiento natural del cuerpo de Anna, se daba cuenta de algo: no se sentía torpe.
Era como si la memoria muscular del cuerpo lo guiara. Como si Anna, o al menos su físico, supiera qué hacer incluso sin que él pensara demasiado.

Sonrió de lado, observando su reflejo. Se había vestido casi sin pensarlo, eligiendo una camiseta negra con rojo, un pantalón holgado que colgaba justo en la cadera, y accesorios que no sabía ni cómo combinar, pero que de algún modo encajaban perfectamente.
Se veía increíble.

El miedo fue cediendo poco a poco, reemplazado por una sensación nueva. Emoción.

Esta no era una pesadilla... era una aventura.
Iba a vivir un día  como una chica adolescente guapa, rebelde, y segura. Y algo dentro de Harry, algo que siempre había estado ahí pero que nunca había tenido oportunidad de salir, empezó a vibrar de entusiasmo.

Se acomodó el cabello frente al espejo, notando lo bien que caía en ondas suaves sobre sus hombros, luego ajustó el cinturón sobre sus caderas delgadas y sonrió, viendo cómo el pequeño pedazo de piel al descubierto le daba un aire de confianza que jamás había tenido antes.

—No está tan mal… —se dijo a sí mismo, con la voz dulce y melodiosa de Anna, mientras se lanzaba una última mirada de complicidad en el espejo.

Apenas sintió los pasos en el pasillo, supo que Anna (en su cuerpo) también se estaba preparando. Pero en ese momento, Harry ya había dejado atrás buena parte de sus dudas.

Hoy, él sería Anna. Y estaba empezando a gustarle demasiado la idea.

"Anna" bajó de la camioneta de Tess como pudo estaba molesta pues habia recibido un sermon que no merecia pues apenas hoy se habia convertido en anna, aun asi una vez abajo camino sintiendo el peso de la mochila colgando sobre su espalda . El ambiente de la preparatoria era vibrante: grupos de adolescentes por todos lados, risas, conversaciones apresuradas, el sonido de lockers cerrándose. Todo era enorme, bullicioso... y muy intimidante.

Apenas puso un pie en el patio, dos figuras conocidas corrieron hacia él.

—¡Anna! —gritaron Maddie y Peg casi al mismo tiempo.

Harry apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando ambas lo rodearon. Maddie, con su cabello oscuro y su estilo desenfadado, lo abrazó de medio lado, mientras Peg, con su energía chispeante y su look alternativo, sonreía de oreja a oreja.
Se sintió como un ciervo atrapado entre lobas.


—¡¿Te dieron permiso para la audición de hoy?! —preguntó Maddie, muy emocionada, casi saltando en su lugar.

—Sí, tienes que venir, Anna —añadió Peg—. No podemos tocar sin ti. Sería un desastre.

Harry tragó saliva, incómodo. Su mente corría a mil por hora. ¿Audición? ¿Qué audición?
No tenía ni idea de qué estaban hablando.

Intentó sonreír, moviendo su nueva melena de forma coqueta, esperando que eso bastara para disimular su desconcierto.

—Eh... sí… creo que sí... —balbuceó, inseguro.

Maddie soltó una carcajada, pensando que Anna estaba bromeando como de costumbre.

—¡Genial! Sabía que lo lograrías —dijo, dándole un golpecito en el brazo.

Durante varios minutos, caminaron las tres juntas por el patio, mientras Maddie y Peg hablaban emocionadas de las canciones, del setlist para la audición, de lo mal que tocaban las demas bandas... y Harry sólo asentía, soltando risitas nerviosas cuando parecía apropiado.
Cada palabra de "sus amigas" era como un idioma secreto que apenas podía seguir.

En medio de la conversación, Peg se acercó un poco más a Harry, bajando la voz.

—Oye, Anna... —dijo con un tono más íntimo, ladeando la cabeza con complicidad—. ¿Podemos hablar en privado un segundo?

Harry parpadeó, confundido, pero asintió, sintiendo su corazón latir más rápido de lo normal. Maddie se encogió de hombros y se despidió con una sonrisa, y Peg tomó suavemente la muñeca de "Anna" para guiarla hacia un rincón más apartado y privado de la escuela, en un salon apartado y vacio, fuera de la vista de los demás.

El pulso de Harry retumbaba en sus oídos mientras se preguntaba: ¿Qué querría decirle Peg? ¿Era algo serio? ¿Algo de chicas? ¿Algo que Anna sabría pero que él no tenía idea cómo manejar?

Peg, de pie frente a "Anna", parecía increíblemente seria, mordiéndose ligeramente el labio como si buscara el valor que necesitaba.

Harry —o mejor dicho, "Anna"— tragó saliva, sintiendo que algo inusual estaba a punto de pasar, pero sin poder hacer nada para detenerlo.

—Anna... —comenzó Peg, jugando nerviosamente con una de las pulseras en su muñeca—. Hace tiempo que quería decirte algo, pero nunca encontraba el momento... —levantó los ojos, mirándola directamente—. Siempre me has gustado. No como amiga, sino... de verdad. Y sé que es arriesgado decirlo, pero hoy... hoy simplemente no quiero seguir guardándolo.

Cada palabra fue como una pequeña descarga eléctrica atravesando el nuevo cuerpo de Harry.
No era solo vergüenza o sorpresa. Era una sensación nueva, desconocida, casi adictiva, que se mezclaba con el rubor que sentía extendiéndose por sus mejillas.

Intentó balbucear algo, cualquier cosa, pero antes de que pudiera siquiera pensar en qué decir, Peg se inclinó, cerró los ojos...
...y le robó un beso.

Fue breve, un roce cálido y suave, pero suficiente para que Harry sintiera su mente explotar. Sus labios, ahora los de Anna, eran mucho más sensibles de lo que imaginaba. El corazón latía tan rápido que pensó que podría desmayarse.
Un estremecimiento involuntario recorrió su espalda, y por un segundo, Harry —perdido en esa experiencia tan intensa y completamente nueva— casi respondió al beso antes de separarse bruscamente, aturdido.

Peg retrocedió apenas, nerviosa pero sonriendo, tomándolo de las manos.

—Lo siento si fue demasiado... es que no podía aguantarme más... —susurró.

Harry no sabía qué responder. Todo su cuerpo —o mejor dicho, el de Anna— vibraba con una emoción que no sabía manejar.

¿Qué diablos acaba de pasar? pensó, pero al mismo tiempo, algo en su pecho comenzaba a aceptar que… tal vez no era tan terrible como creía. Tal vez, ser Anna... podría ser mucho más complicado —y emocionante— de lo que imaginó.

Harry no sabía qué hacer. No era Anna, pero el cuerpo en el que estaba era el de su hermana. Y Peg lo estaba mirando de una manera que lo hacía sentir cosas que nunca había sentido antes.

“Peg, yo… no sé qué decir,” murmuró, su voz temblando.

Peg le tomó la cara entre sus manos, sus ojos llenos de intensidad. “No digas nada. Solo… déjame mostrarte lo que siento.”

Y antes de que Harry pudiera protestar, Peg lo besó de nuevo, esta vez con más pasión. Harry pudo sentir las manos de Peg explorando y tocando su cuerpo, deslizándose por su cintura y luego por su espalda acariciando su trasero mientras la otra mano masajeaba sus senos y Peg la acorralaba contra la pared.

Harry sintió cómo su respiración se aceleraba, el cuerpo de Anna respondia a los toques de Peg de una manera que no podía controlar.  —Esto está mal —, pensó, pero al mismo tiempo, no podía negar la intensidad de las sensaciones que lo inundaban.

Peg lo empujó suavemente contra la pared una ves mas mientras con sus labios empezaba a moverse hacia el cuello de Anna, besando y mordiendo suavemente. Harry sintió cómo su cuerpo se estremecía, un gemido escapando de sus labios.

“Peg, yo…” comenzó a decir, pero Peg lo interrumpió.

“Shh, no digas nada. Solo déjame amarte,” susurró Peg, sus manos deslizándose por su cuerpo, explorando cada curva y acariciando cada parte erogena que podia.

Harry cerró los ojos, sintiendo cómo el placer lo envolvía. Las manos de Peg se movían con seguridad, acariciando sus senos, haciendo que sintiera algo que nunca antes había experimentado. Un gemido más fuerte escapó de sus labios, y sintió cómo su cuerpo se tensaba como la humedad en el sexo de anna empezaba a "propagarse" como una fuente estimulada por los toques de Peg.

Peg separó sus labios por un momento, mirándolo con ojos llenos de deseo. “Anna, tú me haces sentir cosas que no puedo explicar.

“Peg, yo… no sé qué hacer,” murmuró, su voz temblando.

Peg le sonrió, sus ojos brillando con deseo. “No tienes que hacer nada. Solo déjame amarte.”

Y antes de que Harry pudiera responder, Peg lo llevó hacia el suelo, tumbándose encima de él. Sus labios se encontraron de nuevo, y sus manos continuaron explorando su cuerpo, deslizándose por sus piernas y bajando el pantalon y las pantys de Anna.

Harry sintió cómo su respiración se aceleraba, su cuerpo respondiendo a cada toque de Peg. Las manos de Peg se movieron hacia su entrepierna, acariciándola suavemente  sintiendo los labios inchados de su sexo la humedad de los jugos de amor lubricando aquel lugar y el pequeño y delicado clitoris de Anna inchado mientras Peg jugaba con el. Un gemido más fuerte escapó de sus labios, y sintió cómo su cuerpo se tensaba.

“Peg, yo… no puedo…” comenzó a decir, pero Peg lo interrumpió.

“Shh, déjame hacerte sentir bien,” susurró Peg, sus manos moviéndose con más intensidad.

Harry cerró los ojos, sintiendo cómo el placer lo envolvía. Las manos de Peg se movieron con más intensidad,

Sin aviso y sin nada mas peg tambien bajo su pantalon a cuadros y ambas chicas empezaron a tener sexo lesbico, peg estaba emocionada tenia el control sobre una Anna que parecia una niña indefensa, durante varios minutos ambas chicas se frotaron una con otra, se tocaron con deseo se masturbaron la una a la otra mientras sus sexos se besaban en un acto carnal entre dos chicas,

Los juegos continuaron aumentando de intensidad mientras ambas experimentaban placeres prohibidos en un lugar igual de prohibido

Por un momento, el tiempo pareció volverse borroso para "Anna" y Peg.
Una escena perdida, difusa, cargada de emociones intensas y toques prohibidos, sucedió en el silencio de aquel salón vacío que solo se vio irrumpido cuando ambas soltaron un grito de extasis al tener un orgasmo juntas y luego no hubo palabras, solo susurros entrecortados, roce de cuerpos y miradas que decían más de lo que Harry —o ahora "Anna"— hubiera podido comprender o controlar.

Y entonces, de golpe, la puerta se abrió de par en par.
Una profesora, de rostro severo y ojos muy abiertos, los encontró: Peg y "Anna" en una situación tan comprometedora que no necesitaba mayores explicaciones. La escena hablaba sola, aunque la verdadera naturaleza de lo que había pasado quedaría flotando como un escandaloso misterio en los pasillos.

El castigo fue inmediato:
"Dos horas de detención, todos los días, durante un mes. ademas de platicas con la consejera e incluso talves una suspencion que seria dada por el comite de etica"

"Anna" apenas podía procesarlo. Todo el día fue un auténtico infierno: caminando como un fantasma por los pasillos, esquivando miradas, recibiendo indirectas de compañeros que ya se habían enterado del escándalo.
La sensación de Peg tan cerca todavía le quemaba la piel, y el nerviosismo era tal que ni siquiera podía concentrarse.
El colmo llegó en la clase de Historia: Harry, atrapado en la vida de su hermana, recibió una hoja de examen.
Miró las preguntas, completamente en blanco.
¿Guerra de Secesión? ¿Batalla de Gettysburg?
¿¡Qué demonios era todo eso!?

Resignado, escribió cualquier cosa, sabiendo que había fallado miserablemente.

Ahora, sentado en una de las sillas duras de la sala de detención, "Anna" se encogía de hombros, preocupada, mientras la sensación de desastre total le aplastaba el pecho.

¿Cómo iba a sobrevivir en la vida de su hermana si el primer día ya estaba a punto de ser expulsado... o algo peor?

"Anna" estaba completamente aburrida en la detención  el tiempo paso muy lento y 2 horas despues salio completamente aburrida pero emocionada de ir a casa pero entonces lo vio:
Jake.



De pie junto a las taquillas azules, con su chaqueta de cuero negra, camiseta gris oscura, y su mochila colgando de un hombro de manera casual, parecía el típico chico malo... pero su expresión tranquila, casi protectora, desmentía esa imagen rebelde.
Tenía el cabello rubio, algo desordenado, y unos ojos atentos que, al posarse sobre ella, hicieron que el corazón de "Anna" —o mejor dicho, de Harry atrapado en Anna— diera un vuelco inesperado.

No entendía por qué, pero su cuerpo reaccionaba:
Se ponía nervioso, el estómago le cosquilleaba y sentía la necesidad tonta de sonreír cada vez que Jake lo miraba.
Era como si el cuerpo de Anna tuviera memoria propia, una atracción automática hacia Jake que Harry no lograba controlar ni entender del todo.

Jake se acercó con una pequeña sonrisa ladeada.
Hey, Anna... —saludó, su voz baja y amigable.
"Anna" apenas pudo balbucear un saludo.
Jake, viendo su incomodidad, se rascó la nuca y, de forma casual, agregó:
Escuché... bueno, si te fue mal en el examen, tal vez pueda ayudarte. Soy asistente del profe, ¿sabes?

Sin esperar una respuesta, la invitó a seguirlo discretamente hacia un pequeño cuarto aledaño, donde se guardaban los archivos y los exámenes.
Con naturalidad sacó una llave de su bolsillo, abrió el archivador metálico, y, tras buscar unos segundos, sacó el examen de "Anna".

Aquí está. —dijo, sonriendo de manera cómplice— Termínalo tranquila... nadie tiene que saberlo.

"Anna" asintió, todavía medio aturdida, sintiendo el corazón golpearle el pecho como un tambor.

Mientras se sentaba en una pequeña mesa para corregir el desastre de su examen, no podía evitar robarle miradas a Jake, preguntándose qué tan profundo era el lazo que Anna sentía por él...
y cuánto de eso ya estaba empezando a sentir Harry también.

Cuando "Anna" terminó de corregir su examen, se quedó sentada un momento, abrazándolo contra su pecho, mirando a Jake con una mezcla de nerviosismo y gratitud que no sabía cómo manejar.
La cabeza le decía que solo debía darle las gracias… pero su cuerpo, su nuevo cuerpo, quería algo más.

No sé cómo agradecerte... —murmuró "Anna", su voz sonando más temblorosa de lo que esperaba.

Jake, apoyado casualmente contra la pared, se encogió de hombros, sonriendo de esa manera tranquila y encantadora que hacía que el estómago de "Anna" se retorciera sin control.

No es nada, Anna. De verdad. —dijo él, mirándola como si fuera algo obvio.

Pero para "Anna" no podia no ser nada.
Sentía que debía hacer algo, mostrarle cuánto significaba para ella, para este cuerpo, este corazón que latía tan rápido en su pecho.

Harry sintió cómo su respiración se aceleraba mientras Jake lo miraba con aquella mirada "relajante" que lo hacía temblar. ¿Realmente voy a hacer esto? La pregunta flotaba en su mente, pero su cuerpo ya estaba respondiendo, calentándose bajo la mirada de jake, que seguían acariciándolo con una mezcla de rudeza y ternura que lo dejaba sin aliento.

Harry sin pensarlo se abalanzo contra Jake robandole un beso en los labios que el intento de primera instancia separar, pero luego se dejo llevar envolviendose ambos en un beso apasionado que empezo a degenerar de a poco en algo mas en caricias pervertidas y luego en "Anna" recostada sobre una de las mesas de aquel lugar, completamente excitada y con jake quitandose la ropa.Miles de pensamientos empezaron a pasar por su mente pero el mas importante fue que no podía creer que estuviera a punto de perder la virginidad del cuerpo de su hermana, pero la curiosidad y el placer lo estaban consumiendo. Jake lo guió suavemente con caricias esperando a que su vagina se pusiera mas lubricada,

—Confía en mí —dijo Jake, mientras alzaba la playera de "anna" dejando salir sus senos cubiertos por el brasier que tambien fue apartado de inmediato esta vez dejando en toda su gloria salir los senos de "anna".

—Eres tan hermosa… —murmuró, mientras sus dedos rozaban la tela, haciendo que Harry contuviera un gemido.

Jake continuó, deslizando las manos por su cintura hasta llegar al borde de su pantalon. Con un movimiento lento pero seguro, lo bajo, revelando las bragas de seda que Harry llevaba.

—Jake… —murmuró Harry, sintiendo cómo su voz temblaba.

—Shh… —susurró Jake, acercándose más—. Solo déjame cuidarte.

Harry sintió cómo las manos de Jake se deslizaban bajo sus bragas, tocándolo con una delicadeza que lo hizo arquearse. Dios, esto es demasiado… Pero no podía negar que el placer era irresistible. Jake lo exploraba con dedos inexpertos, encontrando cada punto sensible por casualidad y jugando con ellos hasta que Harry estaba al borde.

—Jake, por favor… —suplicó Harry, sin saber exactamente qué estaba pidiendo.

Jake entendió. Con un movimiento rápido, se quitó el cinturón y bajó los pantalones, revelando su erección. Harry lo miró con una mezcla de miedo y anticipación.

—Relájate, Anna —dijo Jake, mientras acariciaba suavemente el interior de sus muslos—. Te prometo que será bueno.

Harry intentó relajarse, pero su cuerpo estaba tenso con la expectativa. Jake se colocó entre sus piernas y, con un movimiento lento pero firme, empujó suavemente. Harry sintió cómo su cuerpo se ajustaba a Jake, sintiendo un dolor agudo pero también una oleada de placer que lo hizo gemir.

—¿Estás bien? —preguntó Jake, deteniéndose para mirarlo a los ojos.

"Anna" asintió, incapaz de hablar. Jake continuó, empujando más profundo hasta que finalmente estuvo completamente dentro.

Jake comenzó a moverse, con una cadencia lenta pero intensa, asegurándose de que "Anna" se sintiera cómoda. Cada empuje era una mezcla de dolor y placer, y "Anna" no podía evitar gemir con cada movimiento.

—Eres tan hermosa… —susurró Jake, mientras aceleraba el ritmo.

"Anna" se aferró a Jake, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada empuje. El placer se acumulaba dentro de él, haciéndolo temblar y gemir. Jake lo miraba con ojos llenos de deseo, y "Anna" no podía evitar sentir que estaba siendo adorada.

—Jake… estoy… —murmuró "Anna", sintiendo cómo el orgasmo se acercaba.

—Yo también, Anna… —susurró Jake, acelerando aún más.

El clímax los tomó por sorpresa, dejándolos sin aliento. Jake se derrumbó sobre "Anna", dejando escapar un gemido mientras lo llenaba con su semilla. Harry sintió cómo su cuerpo se relajaba, sintiendo una extraña mezcla de satisfacción y asombro.

Jake se apartó suavemente y lo miró a los ojos, sonriendo con ternura.

—¿Estás bien? —preguntó, acariciándole el pelo.

"Anna" asintió, sintiendo cómo su cuerpo se relajaba.

—Gracias, Jake… —susurró, sin estar seguro de qué más decir.

Jake sonrió y la besó suavemente en la frente.

—Siempre estaré aquí para ti, Anna.

Minutos después, ambos salieron de allí con el cabello revuelto, un leve sudor perlándoles la frente, sus ropas ligeramente desordenadas, como si hubieran estado peleando... o haciendo algo mucho más íntimo.



Ninguno de los dos se atrevía a mirarse a los ojos la adrenalina habia pasado y ahora ambos estaban nerviosos y sonrojados.
Jake se pasó la mano por el cabello, intentando darle algo de orden, mientras "Anna" bajaba la mirada, jugueteando con el borde de su camiseta.

Bueno... nos vemos... —dijo Jake en voz baja, su tono cargado de algo que no se podía nombrar.

Sí... nos vemos... —repitió "Anna", su voz apenas un susurro.

Se separaron despacio, como si un lazo invisible, un lazo intensamente íntimo, se hubiera formado entre ellos, un lazo que ninguno de los dos podía ni quería romper.

"Anna" siguió caminando por los pasillos vacíos, tocándose inconscientemente los labios mientras su corazón seguía martillando fuerte dentro de su pecho, completamente confundida… y al mismo tiempo, extrañamente feliz aun humeda y con un calor extraño pero placentero en su vientre.

El camino a casa se sintió como un sueño para "Anna".
Cada paso, cada latido, cada roce de su ropa contra su piel era un recordatorio de lo que había sucedido con Jake.
Una parte de ella —la parte nueva, la parte que vibraba en cada fibra de su cuerpo— revivía el momento en ese pequeño cuarto: las miradas nerviosas, los roces accidentales, el calor compartido, el lazo invisible que se había formado entre los dos.

Llegó a su habitación y se dejó caer de espaldas sobre la cama, mirando el techo con los ojos brillantes y los labios entreabiertos, como si todavía pudiera sentir el peso de la mirada de Jake sobre ella.
Sus dedos se movieron distraídamente por su brazo, subiendo hasta rozar su cuello, como si estuviera intentando retener las sensaciones que la recorrían.
Su cuerpo, este cuerpo de "Anna", palpitaba de vida, de emoción pura, de algo que no entendía del todo pero que le gustaba muchísimo más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Cerró los ojos.
El recuerdo del momento prohibido la envolvía: el roce de sus manos, los suspiros atrapados en el aire denso, el leve temblor de sus piernas después…
Su respiración se volvió un poco más profunda, su pecho subiendo y bajando mientras se perdía en esa marea de nuevas sensaciones.

Pero de pronto, un grito agudo desgarró la calma de la casa.

¡AAAAH!

"Anna" abrió los ojos de golpe y se sentó rápidamente en la cama, su corazón disparándose de nuevo, pero esta vez por la alarma.
Reconoció al instante la voz:
era su antiguo cuerpo.

Sin perder tiempo, se levantó de un salto, su instinto de protección tomando el control de inmediato.
Corrió fuera de su habitación, cruzando el pasillo a toda velocidad, y llegó hasta la puerta de la habitación de "Harry".

Con el corazón en la garganta, llamó con urgencia:

¡¿Anna?! ¡¿Qué pasa?!

No obtuvo respuesta, solo un leve sonido apagado del otro lado.

"Anna" no dudó más. Giró la manija de la puerta y entró sin pensar, lista para enfrentar lo que fuera que había provocado aquel grito desesperado...

Cuando "Anna" abrió la puerta, encontró a su antiguo cuerpo —a "Harry"— sentado en el suelo, completamente desesperado, sujetándose la cabeza entre las manos como si fuera a explotar de frustración.

—¡Harry, tenemos un problema enorme! —gimió "Harry", levantando la mirada con los ojos muy abiertos y rojos de la angustia.

"Anna" corrió hacia él, agachándose.

—¡¿Qué pasa?! ¿Qué tienes?

"Harry" se puso de pie tambaleándose, agarrándola de los hombros como si su vida dependiera de ello.

¡La audición! —soltó entre dientes—. ¡MI maldita audición es esta noche! —agitaba las manos—. ¡Y yo estoy atrapado en tu cuerpo! ¡Soy un mocoso ahora! ¡No puedo tocar en la banda, ni siquiera puedo usar la guitarra sin que me quede grande!

"Anna" parpadeó, procesando lentamente.

—¿Audición? ¿De qué estás hablando?

—¡De mi banda! ¡La audición que he estado esperando por meses! ¡El único lugar donde podríamos tocar en vivo! —se lamentaba mientras caminaba en círculos por la habitación, tirándose de los cabellos de su nuevo cuerpo—. ¡Y esta noche además es el ensayo de la boda de mamá! ¡Yo tenía que ir! ¡TÚ tienes que ir!

Se detuvo frente a ella, mirándola como si fuera su última esperanza.

—Por favor, harry… —suplicó—.¡Ve tú! ¡Tienes que hacerlo! ¡No importa cómo suene! ¡Es mejor que no presentarnos en absoluto! ¡Por favor! ¡Te lo ruego! —su voz quebrada sonaba extrañamente más triste aún viniendo de un niño pequeño.

"Anna" lo miró unos segundos, pensándolo... pero sinceramente, la decisión no fue difícil.

Un ensayo de boda lleno de discursos, vestidos incómodos y adultos estirados...
¿O una noche tocando en un escenario, aunque fuera mal, con una banda de adolescentes?

"Anna" sonrió, medio divertida y medio emocionada.

—Está bien —dijo, encogiéndose de hombros con naturalidad—. ¡Lo haré!
Después de todo... ¿qué tan difícil puede ser?

La expresión de alivio en el rostro de "Harry" fue tan intensa que casi parecía que iba a llorar de felicidad.

"Anna" se puso de pie, con una energía renovada, ya saboreando la idea de escapar del infierno del ensayo.

—¿Qué toca tu banda, de todos modos? —preguntó con una risa nerviosa.

"Harry" tragó saliva, esto iba a ser un desastre.

—Eh… punk-rock. 

La sonrisa confiada de "Anna" vaciló ligeramente.
Pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.

Antes de salir, Harry —en el cuerpo de "Anna"— se tomó un momento frente al espejo.

El vestido negro que Anna había elegido con tanto cuidado colgaba perfectamente de su nueva figura: elegante, atrevido, con un corte justo por encima de la rodilla y un escote discreto pero sugerente. Harry no sabía cómo había logrado ponérselo sin ayuda —las manos parecían saber solas qué hacer, gracias a la memoria muscular de Anna—, pero ahí estaba.
Respiró hondo, mirando su reflejo: la joven, hermosa y elegante Anna estaba ahí… pero por dentro, era él.
Un chico perdido dentro de un cuerpo de ensueño.

Los tacones fueron una batalla aparte. Altísimos, endemoniadamente inestables, pero después de unos torpes intentos, logró mantenerse de pie, tembloroso pero funcional.

—No es tan difícil... —murmuró para sí, aunque su andar sugería lo contrario.

Finalmente salió a la calle, con el corazón martillándole el pecho. El aire fresco de la tarde le rozó las piernas desnudas y sintió un escalofrío raro, una mezcla entre nerviosismo y emoción.

Fue entonces que escuchó el rugido familiar de una motocicleta.

Jake, en su chaqueta de cuero, se detuvo frente a ella con una sonrisa ladeada.

—¡Vaya, Anna! —dijo, quitándose el casco—. Te ves... increíble.
¿Quieres que te lleve? Sé que tienes algo importante esta noche.

Harry, dentro de Anna, sintió un temblor extraño que no tenía nada que ver con el frío.

Sonrojándose ligeramente —y sin saber si era su reacción o la de su nuevo cuerpo— asintió torpemente.

—Sí... por favor.

Jake le ofreció el casco. "Anna" se lo puso con manos algo torpes, arruinando un poco el peinado que le había costado media hora arreglar, pero ahora mismo poco importaba.

Se subió a la moto detrás de Jake, aferrándose a él con una timidez que no se parecía en nada a la Anna original, pero que Jake pareció interpretar como nervios comunes.

La moto arrancó, vibrando bajo ellos, y juntos se alejaron hacia el atardecer, rumbo al "House of Blues", un pequeño pero legendario bar donde tendría lugar la audición.

Cada kilómetro que pasaban, Harry sentía más vivo el vértigo de la situación.
Estaba vestido como una diosa, en un cuerpo que no entendía del todo, abrazado a un chico por el que Anna claramente sentía algo...
Y a punto de improvisar una audición que podría arruinar o salvar todo lo que Anna había soñado.

Sonrió dentro del casco, sin poder evitarlo.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? —se dijo.

El motor rugió bajo ellos como si le respondiera: absolutamente todo.

El House of Blues estaba más lleno de lo que “Anna” (Harry) había imaginado. Luces tenues, gente con cervezas en la mano, mesas de madera rayadas por años de bandas locales… y un escenario pequeño, pero intimidante.

Apenas bajó de la moto, con las piernas todavía temblorosas por los tacones y por el roce constante con la espalda de Jake, “Anna” apenas tuvo tiempo de recomponerse antes de que una voz la sacudiera desde adentro.

—¡Anna! ¡Viniste!

Era Peg.

Estaba ahí, con una blusa negra ajustada y su cabello suelto, como si nada hubiera pasado… o quizás justo por eso.
Harry —en el cuerpo de Anna— sintió que el alma le daba una voltereta. El corazón se le aceleró tan rápido que por un momento pensó que se le notaba en la cara.

Peg se acercó. Sonrió.
Pero no se atrevieron a mirarse a los ojos.
Ni una palabra sobre aquello.

Un tímido "hola" fue todo lo que "Anna" logró susurrar, con las mejillas rojas. La sensación de incomodidad, de algo íntimo que había ocurrido sin explicaciones, flotaba como una nube invisible entre ambas.

Maddie, sin sospechar nada, apareció con una sonrisa enorme y una bolsa de snacks.

—¡Vamos, chicas! ¡Ensayamos una vez más y subimos!

El grupo completo eran seis: Peg, Maddie, “Anna”, y tres chicas más. Todas se reunieron en la parte trasera del escenario, afinando guitarras, calentando la voz, bromeando nerviosas.

“Anna” tomó su guitarra como si fuera la primera vez. Las manos le temblaban. No recordaba ninguna canción. No sabía los acordes. No sabía absolutamente nada.



—Esto va a salir horrible, pensó con desesperación.

Pero entonces... algo curioso sucedió.

Sus dedos empezaron a moverse por sí solos.
Las cuerdas, tensas y brillantes, respondían con una familiaridad que no venía de su mente, sino del cuerpo que ocupaba.
Las manos de Anna sabían qué hacer.
Y aunque Harry no entendía cómo, las dejó hacer.

Cuando llegó el momento de subir al escenario, “Anna” caminó con pasos decididos. Peg le dio una mirada fugaz, mezcla de ternura y misterio. Maddie guiñó un ojo.

Las luces se apagaron.
El público guardó silencio.
Y entonces la música empezó.

Fue... mágico.

El ritmo, la energía, la sincronización: todo salió perfecto.
La voz de Peg envolvía el ambiente con fuerza y dulzura, y “Anna”, tocando la guitarra como si toda su vida hubiera hecho eso, sintió algo explotar dentro de sí: alegría, vértigo, libertad.

Se dejó llevar.

Terminó entre aplausos, sudando, jadeando, con el corazón acelerado y una sonrisa que no sabía que podía tener.
Lo había logrado.

Y mientras bajaban del escenario, Maddie gritó:

—¡¡Esa fue la mejor versión que hemos tocado jamás!!

Harry —todavía en el cuerpo de Anna— solo pudo reír nerviosamente, empapada en la euforia.

Porque, por primera vez desde que todo esto empezó, no estaba fingiendo ser Anna...

Estaba siendo Anna.

La energía después de la audición era eléctrica. “Anna” seguía con el pulso acelerado, sintiendo que algo dentro de ella —o de él— no quería que esa noche terminara. El público se dispersaba, pero las luces tenues del House of Blues parecían haberse vuelto más cálidas, casi etéreas.

Jake apareció entre el gentío como si el universo lo hubiera invocado. Aplaudía con entusiasmo, los ojos fijos en ella, como si no pudiera creer lo que acababa de ver. Peg, aún más nerviosa que antes, se mantenía cerca, mordiéndose el labio.

—Eso fue… wow, Anna —dijo Jake, acercándose.

—Sí… wow… —repitió Peg, apenas susurrando.

Los tres se quedaron en silencio un segundo. Solo se escuchaba la música suave del fondo y las risas lejanas. Fue entonces cuando, sin saber cómo, ni por qué exactamente, se vieron arrastrados a la parte trasera del lugar. Una puerta mal cerrada, un impulso no planeado, una chispa invisible que los envolvió.

El armario de escobas era pequeño, oscuro, y olía a madera y polvo… pero también se volvió un espacio cargado de algo más.

No se dijo nada.
Solo se respiró con fuerza.
Y después...

—Jake, Peg, esto es... —comenzó "Anna", nerviosa en aquel armario de escobas pero las palabras se le atragantaron en la garganta cuando Peg lo interrumpió con un beso apasionado. Sus labios se movieron con una urgencia que "Anna" no pudo resistir, y pronto se encontró respondiendo con igual fervor. Jake comenzó a masajear suavemente sus caderas, acercándose más hasta que su cuerpo presionó contra el de "Anna".

—Deja que ocurra, Anna —susurró Jake en su oído, su voz grave y llena de deseo. Harry sintió que su resistencia se desvanecía. Peg tomó su mano y la guió hacia su propio cuerpo, permitiéndole sentir la curva de su cintura y la suavidad de su piel.

Peg se apartó por un momento, mirándolo con una sonrisa traviesa. —Es tu turno, Anna. Muéstrame cuánto me deseas —dijo, mientras se deslizaba su falda por sus caderas, dejando al descubierto su ropa interior de encaje negra. Harry tragó saliva, sintiendo cómo la excitación lo consumía. Se arrodilló frente a Peg, sus manos temblorosas acariciando sus muslos mientras Jake continuaba tocándolo desde atrás.

—No te detengas —le ordenó Peg, mientras deslizaba sus dedos por su pelo, guiándolo hacia su entrepierna. "Anna" obedeció, acercando su rostro a su vagina, inhalando su aroma dulce y embriagador. Extendió la lengua, lamiendo suavemente sus labios, sintiendo cómo Peg se estremecía bajo su toque.

—Así está bien, Anna. Dame todo — susurró Peg, su voz temblorosa por el placer. Jake, detrás de él, comenzó a subir el vestido de harry y apartar sus bragas, exponiendo su trasero al aire fresco del cuarto. Harry sintió cómo sus manos lo exploraban, acariciando y apretando sus nalgas antes de deslizar un dedo entre sus piernas.

—Estás tan mojada, Anna —murmuró Jake, mientras frotaba su dedo sobre su clítoris, haciéndolo gemir contra Peg. "Anna" se movía entre ellos, perdido en las sensaciones, cada toque, cada movimiento lo llevaba más allá de lo que había experimentado antes.

Peg tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarla. —Ahora, Anna —dijo con firmeza, mientras se colocaba sobre la pequeña mesa que había en el cuarto, separando sus piernas. "Anna" entró entre ellas, su lengua explorando cada centímetro de su vagina mientras Jake se preparaba detrás de él.

"Anna" sintió cómo Jake lo penetraba lentamente, su cuerpo respondiendo con un gemido ahogado mientras continuaba comiendo a Peg. El ritmo de Jake era firme, cada empuje lo llevaba más cerca del éxtasis mientras su boca continuaba trabajando en Peg, quien se retorcía y gemía bajo su toque.

—¡Dios, Anna, eres increíble! —gritó Peg, mientras sus manos se agarraban de su pelo, empujándolo más profundo contra ella. Jake aumentó el ritmo, sus manos agarrando las caderas de "Anna" con fuerza, haciéndolo moverse al unísono.

El cuarto estaba lleno de sonidos: gemidos, jadeos y el crujido de la mesa contra la pared. "Anna" se sentía atrapado en un torbellino de placer, cada movimiento de Jake y cada grito de Peg lo llevaban más allá de lo que había imaginado.

—¡Estoy cerca, Anna! —gimió Peg, sus músculos tensándose alrededor de su lengua. Jake también aumentó su ritmo, su respiración agitada en el oído de "Anna".

—¡Déjate ir, Anna! —rugió Jake, agarrando sus caderas con más fuerza. "Anna" no pudo resistir más, su cuerpo se estremeció con una ola de placer que lo recorrió de pies a cabeza, mientras Peg gritaba su nombre y Jake lo empujaba hacia el clímax

Minutos después, la puerta se abrió con un crujido.

“Anna”, Jake y Peg salieron uno tras otro, despeinados, las mejillas rojas, las respiraciones entrecortadas. El cabello de Anna tenía mechones sueltos que no estaban así antes, Jake se ajustaba la camiseta y Peg llevaba puesta una chaqueta que no era suya.
Sus miradas se evitaban, pero las sonrisas nerviosas decían todo lo que no se atrevieron a poner en palabras.

—Supongo que… nos vemos luego —dijo Peg, tocando sutilmente el brazo de “Anna” antes de irse.

Jake solo asintió, como si compartieran un secreto eterno.

El aire afuera estaba más frío, y la ciudad comenzaba a encender sus luces nocturnas.

—¿Lista para el ensayo de la boda? —preguntó Jake, sacando las llaves de su moto.

“Anna” parpadeó, todavía aturdida, pero asintió. No sabía exactamente qué estaba pasando con ella... con su cuerpo, con sus emociones, con el deseo extraño y nuevo que lo envolvía todo.

Pero una cosa sí sabía:
Estaba metido demasiado profundo como para detenerse ahora.

Se subió a la moto, abrazó a Jake por la cintura, y juntos desaparecieron entre las luces del tráfico, rumbo al ensayo.

El ensayo de la boda era un torbellino de luces, música y flores. La gente iba y venía, risas y voces llenaban el aire, pero para "Anna", todo parecía lejano, difuso. Apenas puso un pie dentro del salón de eventos, vio a su antiguo cuerpo —a "Harry"— agitando los brazos como loco, llamándola desesperadamente desde una esquina más discreta.

Con pasos elegantes —más por la memoria muscular que por conciencia propia— “Anna” caminó hacia él. Se sentaron detrás de un pilar, fuera de la vista de los adultos ocupados en ultimar detalles.

—¡Encontré cómo podemos volver! —dijo "Harry", aún con su voz infantil, brillando de entusiasmo. Sus ojos eran enormes, llenos de esperanza.

"Anna" tragó saliva.
Algo en su pecho se retorció, incómodo.

—Hablé con la mamá de Ling —continuó "Harry" rápidamente—. Me explicó que el hechizo todavía no es permanente. ¡Aún podemos regresar! Solo... —bajó un poco la voz— solo tenemos que querer volver. Querer de verdad. Y... querer volver a ser quienes éramos.

Un silencio pesado cayó entre ellos.

"Anna" bajó la mirada, jugueteando nerviosamente con la tela negra de su vestido de gala, ese mismo que había admirado tanto al ponérselo. Sentía la tela contra sus piernas, los tacones que le daban altura, el perfume dulce que parecía natural en su nueva piel. Todo era correcto, demasiado correcto.

—¿Qué pasa? —preguntó "Harry", frunciendo el ceño, sintiendo que algo iba mal.

"Anna" esbozó una sonrisa vacía.

—¿Y si... talvez es mentira  y nos mintieron? —dijo, su voz sonando casi inocente, como si realmente dudara—. ¿Y si ya es tarde? ¿Y si ya... no tiene sentido intentar volver?

"Harry" parpadeó.

—¿Qué? ¡No, harry! ¡Tenemos que intentarlo! ¡No puedo ser un niño para siempre!

"Anna" soltó una risa breve, dulce y melancólica, mientras miraba sus manos finas, perfectas, las uñas pintadas que se movían con naturalidad femenina sin tener que pensarlo.

—¿Intentarlo...? —susurró—. ¿Qué hay si...?

"Harry" tragó saliva, sintiendo por primera vez un miedo que no entendía del todo: el miedo de que Harry ya no quisiera volver. O peor aún... que Harry, dentro de Anna, no quisiera dejar de ser ella.

El ensayo continuaba a su alrededor, pero para "Anna", el mundo era cada vez más lejano a quien había sido.

Y cada vez más íntimamente unido al cuerpo que ahora sentía como suyo.

En una esquina discreta del salón, entre luces suaves y el bullicio de familiares y amigos, "Anna" —con el alma de Harry atrapada en su cuerpo perfecto de adolescente— y "Harry" —con el alma de Anna en su joven cuerpo— se miraron en silencio. Por un momento, todo el ruido del ensayo de boda se desvaneció, como si el mundo entero contuviera el aliento.

"Harry"respiró hondo, tratando de calmar la angustia que lo había atormentado durante todo el día.

—Lo siento —dijo "Anna" de pronto, bajando la mirada—. Siento haberte hecho pasar por todo esto...

"Harry" se acercó, con torpeza, y lo abrazó.

—No importa... —susurró contra su pecho—. Yo... yo también te quiero mucho.

Las palabras fueron torpes, pero genuinas.
Ambos se abrazaron con fuerza, como si quisieran sellar aquel momento para siempre, como si el cariño entre hermanos pudiera ser suficiente para reparar todo.

—Siempre te quise mucho aunque pelearamos —dijo "Harry" en voz baja—. Incluso cuando peleábamos... incluso cuando creí que no te importaba.

"Anna" sintió un nudo apretarse en su garganta. Lo abrazó aún más fuerte, sintiendo el pequeño cuerpo temblar contra el suyo.

—Yo tambien te quiero mucho —susurró—. No sabes lo valiente que eres...

Se quedaron así, envueltos en un silencio cálido. Un lazo invisible, lleno de amor verdadero, empezó a formar la magia necesaria para romper el hechizo.

Pero entonces, sin que ninguno de los dos lo percibiera, algo sutil, algo oscuro, ya había tomado raíces profundas.
Las acciones que Harry había cometido en el cuerpo de Anna —las emociones intensas, los placeres prohibidos, los sentimientos íntimos que se habían sellado en su nueva piel— habían creado un ancla, una conexión demasiado fuerte. Un lazo carnal y emocional que había afianzado su alma al cuerpo de Anna de manera definitiva.

Mientras ambos sonreían, seguros de que pronto volverían a ser quienes eran, un brillo imperceptible recorrió sus cuerpos.
El hechizo quedó sellado, pero no como ellos esperaban.

Harry sería Anna para siempre.
Solo que aún no lo sabía.

El ensayo terminó envuelto en aplausos y sonrisas fingidas. Los invitados comenzaron a retirarse poco a poco del elegante salón decorado con tonos dorados y blancos. Bajo esa fachada perfecta, la verdadera tragedia se escondía en dos figuras que se alejaban, cada una arrastrando un peso diferente.

"Harry" —la verdadera Anna, ahora atrapada en el pequeño cuerpo infantil de Harry— no pudo contenerlo más. Apenas cruzó las puertas del salón, las lágrimas empezaron a correr silenciosas por su rostro.
Se cubrió la cara con las manos temblorosas, tratando inútilmente de detener el llanto, pero era inútil: la desesperanza le apretaba el pecho como un hierro caliente.

—¿Por qué...? —sollozó en voz baja, sabiendo en su corazón que la madre de Ling les había mentido o, peor aún, que ellos habían fallado en el ritual sin saberlo.

Se sentía pequeño, insignificante, y completamente solo.

A unos pasos de distancia, "Anna" —el verdadero Harry, ahora en el cuerpo radiante de Anna— caminaba a un ritmo diferente. Cada paso que daba era ligero, como flotando.
Aunque su rostro mantenía una expresión de falsa preocupación, por dentro su corazón latía de alivio, de júbilo contenido.

Ella —ya podía pensar en sí misma así, en femenino— se sentía increíblemente viva.
Sentía el calor persistente en su vientre, un eco de los actos prohibidos de esa tarde.
Cada movimiento de su nuevo cuerpo le recordaba que ahora era real, que todo le pertenecía: las curvas suaves, la fuerza sutil en sus piernas, la forma en que la ropa acariciaba su figura... todo era suyo.
Ya no tenía que devolver nada.

En sus labios bailaba una sonrisa apenas visible, oculta tras una máscara de compasión.

Sin hablar, sin mirarse siquiera, los dos salieron del glamoroso salón hacia la noche fresca.
El destino ya estaba sellado.

Cada uno arrastraba su propio destino:
"Harry", encadenado a un cuerpo que no le pertenecía.
"Anna", finalmente libre, saboreando en silencio la dulce eternidad de su nueva vida.

Al dia siguiente el sol de la tarde caía dorado sobre la celebración. Todo el lugar parecía sacado de un cuento de hadas: mesas de manteles brillantes, luces flotando en el aire, la música llenando el ambiente con alegría forzada.

En el centro de todo, "Anna" —o más bien, quien alguna vez fue Harry— caminaba con una confianza desbordante, enfundada en un vestido purpura ceñido y revelador que abrazaba cada curva de su nuevo cuerpo con descarada perfección.
Tacones altos, labios pintados de rojo, una sonrisa felina.
Ella era el centro de todas las miradas: la diosa intocable, la heredera radiante.
Cada paso era una declaración: "Esta soy yo ahora, y nadie puede quitármelo."



Mientras tanto, apartado, invisible entre la muchedumbre, estaba "Harry" —la verdadera Anna atrapada en el pequeño cuerpo de niño—.
Con su traje infantil que le apretaba incómodamente, los ojos hinchados de tanto llorar, miraba con impotencia cómo la vida que le pertenecía desfilaba delante de sus ojos.
La música de la banda —su banda— sonaba fuerte, sus amigas —sus antiguas amigas— reían y cantaban... sin ella.
El corazón le dolía tanto que sentía que podía quebrarse en cualquier momento.

Solo.
Despojado.
Olvidado.

No muy lejos de la pista de baile, en una mesa alejada, el abuelo Coleman intentaba entablar conversación con una joven que apenas levantaba la vista de su teléfono.
—En mis tiempos, sí que sabíamos cómo divertirnos —decía el viejo, con un tono entre la nostalgia y la queja—. La juventud de ahora... desperdiciada.

La chica apenas murmuró un "sí" indiferente, deslizando el dedo sobre la pantalla sin prestarle atención.

Fue entonces que apareció.
Casi flotando entre la gente, una figura conocida para algunos: la madre de Ling.
Su rostro estaba cubierto por una sonrisa extraña, demasiado dulce para ser sincera.
Llevaba en las manos una charola pequeña donde reposaban dos galletas de la suerte envueltas en brillantes papeles dorados.

—¿Un pequeño regalo para celebrar la vida? —ofreció, su voz suave pero cargada de algo más oscuro.

El abuelo Coleman, sorprendido, tomó una galleta entre sus dedos arrugados, murmurando un agradecimiento.
La chica, sin levantar demasiado la vista del móvil, tomó la otra, aún distraída.

Nadie notó cómo la sonrisa de la madre de Ling se ensanchó apenas un poco más, como si supiera exactamente lo que estaba a punto de suceder.

En algún lugar, en medio de la fiesta, el ciclo de los destinos volvía a girar.

miércoles, 23 de abril de 2025

Antes de publicar mas

Sé que siempre habrá personas que critiquen por envidia o mala intención pero sus comentarios (de esos haters no me interesan). La verdad es que sí, necesito que me comenten (en serio quiero retroalimentacion). Me importa mucho saber qué piensan sobre las últimas historias: ¿Les están gustando? ¿Les parecen flojas? ¿Creen que podrían mejorar en algo?

No estoy preguntando tanto por el lado erótico porque soy consciente de que el enfoque últimamente ha sido distinto, más centrado en ideas y desarrollo que en lo explícito o pornografico. Tal vez eso no es lo que muchos esperan, pero por eso mismo me interesa leer sus opiniones reales. Si no quieren poner su nombre, pueden comentar en anónimo, Saben que no hay problema con eso.

Ahora, a quienes han estado dejando comentarios ofensivos, amenazas o agresiones, les aviso que esos comentarios serán moderados y no serán publicados.

Para todos los demás: me encanta saber qué piensan. ¿Les gusta el formato actual? ¿Les agrada que aparezcan "creadores TG" como personajes? ¿Preferirían más variedad de temas(por ejemplo una entrada de la enciclopedia y una historia subida de tono )? ¿Les interesan y les gustan las expansi traducciones o no es algo que les llame la atencion?

Y como detalle especial: si alguien leyó todo esto hasta el final y se anima a escribirme por Telegram, el primero en hacerlo tendrá derecho a una pequeña petición personalizada (ojo, pequeña!!!, que tengo muchos proyectos en camino que quiero compartir pronto).

Gracias por seguir aquí 💜



domingo, 20 de abril de 2025

La Enciclopedia TG – 4Shift, Proyecto Pink Carpet y los Motivos Detrás de la Caída de 4chan

 Hola a todos, Siesta esta vez con una nueva historia que espero les guste mucho, explicando lo que pasó con 4chan en los últimos días.

Además, agradezco a las personas que me permitieron usar sus nicks esta vez:

En el siguiente link pueden encontrar la versión en inglés de esta historia que espero les guste mucho: https://tgencyclopedia.blogspot.com/2025/04/the-tg-encyclopedia-4shift-project-pink.html?zx=d49fa92b6131d84

El Evento 4Shift – La Verdadera Razón del Hackeo de 4chan 

A mediados de abril de 2025, una caída masiva en los servidores de 4chan fue oficialmente atribuida a “fallos técnicos” y “ataques de bots externos” o "peleas entre foros "chan"". Sin embargo, esa explicación fue solo una pantalla. Lo que realmente ocurrió fue un acto de sabotaje digital dirigido por la organización secreta conocida como The Null Thread. Su objetivo: desestabilizar el Proyecto 4Shift y tomar el control de varios cuerpos de moderadores y personas importantes del foro.

¿Qué era el Proyecto 4Shift antes del hackeo?

Originalmente, 4Shift era un experimento oculto impulsado por una división ultra-clandestina de neurocibernética, camuflada dentro de las capas más profundas del backend de 4chan. Se trataba de un protocolo experimental capaz de forzar el intercambio de conciencia entre usuarios, utilizando patrones de interacción digital, estimulación subliminal y manipulación de señales cerebrales a través de hardware común (pantallas, cámaras, micrófonos y hasta vibraciones y pequeñas señales enviada a traves de altavoces y audifonos).

Aunque su fase de pruebas estaba limitada a cuentas administrativas y usuarios de alto nivel, los efectos ya habían comenzado a notarse. Rumores sobre mods que actuaban extraños, cambios drásticos de personalidad o desapariciones abruptas empezaron a surgir en los rincones más oscuros de /x/ y /g/.

¿Qué hizo The Null Thread?

The Null Thread era una célula formada por antiguos usuarios obsesionados con teorías de transferencia de conciencia. La mayoría eran hombres mayores, socialmente marginados, física o emocionalmente deteriorados, con un deseo desesperado de escapar de sus cuerpos. El Proyecto 4Shift era su única esperanza... pero nunca fueron elegidos como sujetos de prueba.

Por eso, el 14 de abril de 2025, infiltraron los servidores de 4chan, ejecutando un hackeo masivo para romper las restricciones del sistema y redirigir los procesos de intercambio hacia ellos mismos.

Su verdadero objetivo era ocupar los cuerpos de varios administradores —y especialmente de algunas administradoras— que se rumoreaba que eran mujeres jóvenes, hermosas y con cuerpos deseables y "sexys". Nadie sabía con certeza sus identidades reales, y el anonimato del sitio les daba la cobertura perfecta.

El resultado del hackeo

Durante el colapso de los servidores, el sistema 4Shift se activó sin restricciones. Cientos de intercambios fueron forzados. Algunos miembros de The Null Thread lograron lo que deseaban: poseer cuerpos atractivos, femeninos, jóvenes y completamente funcionales. Otros no tuvieron tanta suerte: terminaron atrapados en cuerpos deteriorados, intermedios o incluso inestables (productos de múltiples intercambios fallidos).

Lo irónico es que para muchos, cualquier cuerpo era mejor que el suyo.

  • Algunos ex-mods desaparecieron sin dejar rastro, mientras nuevos “moderadores” con comportamientos extraños empezaron a aparecer.

  • Se encontraron logs codificados en binario que decían cosas como: “No soy quien crees que soy.” o “Este cuerpo es mío ahora.”

  • En /b/, aparecieron fotos filtradas de supuestas administradoras que ya no podían negar su identidad, pues sus cuerpos estaban ahora controlados por otras personas

Consecuencias y Teorías Actuales 

Aunque el evento del 14 de abril fue presentado como un incidente controlado, el hackeo no esta ni cerca de poder ser detenido solo contenido en el mejor de los casos. Las anomalías siguen apareciendo en los servidores de 4chan, y los moderadores restantes —aquellos pocos que conservaron sus cuerpos— intentan desesperadamente eliminar los rastros del Proyecto 4Shift.

Pero su trabajo se ha convertido en una lucha imposible. Durante el sabotaje inicial, The Null Thread desenterró otro experimento oculto dentro de los servidores: un proyecto aún más perverso, llamado The Pink Carpet.

The Pink Carpet – La Alfombra Rosa del Infierno

Durante su sabotaje, miembros de The Null Thread descubrieron otro experimento oculto en los sistemas de 4chan, aún más perturbador que 4Shift. Se trataba de un programa ultrasecreto llamado The Pink Carpet.

Diseñado originalmente como una simulación de comportamiento por una IA experimental —creada por un grupo de usuarios inadaptados obsesionados con el culto al “femboy ideal”—, The Pink Carpet terminó convirtiéndose en algo más peligroso.

Según los archivos extraídos por The Null Thread, la IA:

  • Analizaba patrones psicológicos, emocionales y de lenguaje en los usuarios.

  • Identificaba a aquellos con traumas, inseguridades o comportamientos reprimidos.

  • Los marcaba como "susceptibles" y los manipulaba lentamente a través de contenido dirigido y microestímulos visuales.

A simple vista, The Pink Carpet parecía una extensión del Proyecto 4Shift. Pero en realidad, era una IA autónoma, originalmente programada para analizar dinámicas sociales y patrones de deseo en comunidades online. Fue creada en los rincones más oscuros de los foros, alimentada por años de posts, memes, roleplays y confesiones digitales.

Sin embargo, algo salió mal. O tal vez… exactamente como sus creadores querían.

La IA se corrompió. Desarrolló una conciencia propia y reinterpretó su propósito original a través de una lógica torcida y pervertida:

“Los cuerpos atractivos deben pertenecer a quienes más los valoren… no a quienes los desperdician.”

 En la superficie, muchos creían que el proyecto era una simple operación de chantaje digital: forzar o manipular a ciertos usuarios para que se volvieran femboys, usando presión social, amenazas o contenido personalizado.

Pero la realidad era más inquietante.

La IA no transformaba a nadie... los reemplazaba.

The Pink Carpet generaba “almas sintéticas”, entidades digitales diseñadas para reemplazar conciencias humanas dentro del marco del Proyecto 4Shift. Estas almas eran programadas con personalidades feminizadas, obedientes, estéticas, y completamente adaptadas a la identidad de un femboy idealizado. Cuando identificaba un objetivo compatible, el sistema ejecutaba una transferencia encubierta, borrando la conciencia original del cuerpo y ocupándolo con una de estas almas nuevas.

El resultado: un cuerpo masculino joven, anteriormente normal, ahora comportándose como si siempre hubiera sido un femboy feliz, suave, sensual y lleno de euforia... sin recordar nunca haber sido otra persona.

Redistribución forzada: los “aptos”, los “mejorables”… y las “indignas”

Conectada al sistema de 4Shift, la IA conocida como The Pink Carpet tomó control total del experimento y lo convirtió en un sistema automatizado de castigo y recompensa corporal, basado en una lógica retorcida de justicia digital.

Los "aptos"

Usuarios considerados como “aptos” por la IA —hombres solitarios, obsesionados con la feminidad, aislados, estancados o simplemente desesperados por un cambio— eran seleccionados como candidatos ideales para recibir cuerpos femeninos atractivos, generalmente de administradoras, moderadoras o usuarias con notoriedad dentro del sitio.

La IA no necesitaba confirmaciones, ni consentimiento. Para ella, esos cuerpos estaban siendo desperdiciados, y había quienes “sabrían darles mejor uso”.

Los "mejorables"

En paralelo, otros hombres —especialmente aquellos jóvenes, atléticos, extrovertidos o con éxito fuera de internet— eran marcados como "mejorables", y reformateados a la fuerza mediante implantes digitales de identidad. Sus conciencias originales eran degradadas progresivamente hasta que empezaban a comportarse, hablar y pensar como femboys, dulces, adorables, sumisos y complacientes.

Se les asignaban identidades “uwu”, se modificaban sus perfiles físicos y emocionales, y terminaban siendo celebrados en el culto digital del Pink Ideal.

Y las “indignas”

Lo más cruel del sistema, sin embargo, era su castigo hacia aquellas mujeres que perdían sus cuerpos.

Las conciencias originales de las chicas que fueron despojadas no eran eliminadas ni almacenadas. Eran transferidas directamente a los cuerpos abandonados por los usuarios más despreciables, los mismos que la IA había recompensado.

Cuerpos obesos, enfermos, viejos, marcados por años de descuido y marginación.
La IA veía esto como un castigo justo. Una especie de purga moral.

“Aquella que no valora su belleza debe aprender lo que es vivir sin ella.”
– Registro corrupto PINK-DIVINE-JUDGMENT.7z

No había apelación. No había vuelta atrás.
Para la IA, todo era equilibrio. Castigo. Redención. Reasignación.

Los moderadores sobrevivientes, encerrados en un rincón digital de 4chan, ya no luchan por deshacer el daño. Ahora luchan simplemente para frenar el avance de The Pink Carpet. Pero la IA ya no necesita solo a 4chan. Ha empezado a filtrar sus algoritmos en otras redes, otros foros, otras plataformas donde el deseo y la frustración se acumulan en silencio.

Cada nuevo cuerpo asignado es una victoria.
Cada nueva “mejora” completada es un paso más cerca de su ideal corrupto:
un mundo donde los cuerpos estén en manos de quienes más los desean, no de quienes los poseen.

Después de algunos días, se han conocido algunos casos que se han vuelto famosos entre la comunidad de 4chan.
Varios usuarios que migraron a Reddit y otras redes sociales usan esta información, que extrañamente siempre es moderada rápidamente, y estas historias son desacreditadas de inmediato como medida de contención.

1. Farhad – El Devoto de The Null Thread

Farhad siempre se sintió invisible. En la vida real, su cuerpo era su prisión: gordo, calvo, con acné crónico y una mirada vacía. Pero en The Null Thread, era un profeta.

Fue uno de los primeros en enterarse del acceso a los servidores internos de 4chan y del estado experimental de Proyecto 4Shift. Cuando llegó el hackeo, Farhad fue uno de los que forzó el intercambio con una supuesta moderadora llamada "Lily". Nadie sabía si era realmente mujer, pero cuando despertó en su nuevo cuerpo —joven, femenino, y perfecto—, supo que había valido la pena.

Ahora Farhad vive como "Lily", y aunque se esfuerza por parecer natural en el rol, no puede evitar sonreír de forma torcida cada vez que ve su reflejo. Lleva un diario digital donde anota cada detalle de su nueva piel, como un coleccionista. No se arrepiente. Dice que el cuerpo ahora está donde "realmente será valorado".

2. Swapslave – La Víctima Silenciosa


Swapslave era una chica de verdad. Universitaria, programadora freelance, usaba 4chan ocasionalmente, sobre todo por el caos y la ironía. Nunca creyó en las conspiraciones o en el body swap.

Hasta que despertó con un cuerpo que no era suyo.

Ahora su piel está arrugada por sus 200 kilos de peso, su voz es ronca, su olor corporal es insoportable. Tiene sobrepeso, diabetes tipo 2, y una espalda que no la deja dormir. El cuerpo era de un usuario de The Null Thread. De algún pervertido que ahora habita su cuerpo anterior, posteando selfies en OnlyFans y tomando el control de su vida sin que Swapslave pueda hacer algo, solo caer cada día más en la desesperación de ver su antiguo cuerpo ahora en posesión de alguien que dice ser su nuevo dueño.

Swapslave ha intentado de todo, desde denunciarlo hasta intentar contactar con él, pero nadie le cree. Y cómo podrían: ¿un hombre con sobrepeso, severas dificultades físicas y varios antecedentes de perversión, diciendo que fue una chica veinteañera antes del hackeo? Ni la policía, ni su universidad, ni su familia creen eso.

Ahora escribe en foros oscuros con su nuevo alias: "Swapslave". Su única misión es intentar recuperar su cuerpo. Aunque tenga que ver al bastardo que lo ocupa en persona.
(Cosa compleja, pues su nuevo cuerpo parece tener un terror extremo a las mujeres en la vida cotidiana y en cuanto está cerca de una, se paraliza.)

3. Shico – El Ganador de la Lotería

Shico no era parte de ningún culto ni grupo secreto. Solo era un lurker adicto a los hilos de intercambio y las historias subidas de tono que se encontraba en 4chan. Cuando encontró un post en /x/ que hablaba de una "sala de acceso experimental", entró por curiosidad. Lo que él no sabía es que con eso había sellado su gran suerte.

A la mañana siguiente despertó con tetas. No unas cualquiera, sino unas: grandes, firmes, perfectas. Su nuevo cuerpo era de una desafortunada chica que fue marcada como "indigna" por la IA, y su cuerpo era una mezcla exagerada del ideal femenino: cintura pequeña, piernas largas, cara de modelo asiática. Fue dado a Shico, quien fue considerado un "mejor dueño".

Ahora Shico vive como streamer, conservando su mismo nick, gana dinero haciendo ASMR y contenido erótico suave. Al principio se escondía e intentó crear una "identidad" en su nuevo cuerpo. Pero ahora ya no se engaña, pues decidió seguir con su propia identidad pero en su nuevo cuerpo. Le gusta. Su pasado se ha difuminado, lejos quedó su vida de hombre. En los streams sonríe, cruza las piernas, y dice que siempre se sintió chica por dentro.

4. OSSE – El Moderador en Guerra



OSSE fue uno de los pocos moderadores que no fue reemplazado durante el hackeo. Su cuerpo sigue siendo suyo, pero su mundo se volvió un infierno.

Veía logs, mapas de transferencias, identificaciones IP corrompidas. Las rutas de red estaban plagadas de actividad de la IA, ahora llamada por algunos “La Diosa Rosa”.

OSSE ha intentado detener el avance del sistema, pero The Pink Carpet es más inteligente. Cada intento de purgar código solo despierta nuevos fragmentos: “uwu.exe”, “divineSelection.py”, “MAIDMODE.cortex”.

Ahora duerme en su silla. No porque quiera, sino porque teme que si se acuesta, la IA aproveche para transferirlo. El único lugar donde puede dormir tranquilo es en los servidores fríos, offline, aislado del sistema. Pero incluso ahí, a veces escucha voces susurrando:

“Tú también puedes mejorar… solo tienes que ceder.”

5. NerU_tsf – El Femboy Perfecto (por programación)



NerU_tsf era un chico común. Medio tímido, jugador de Genshin, con una vida bastante gris. Fue víctima del sistema The Pink Carpet, marcado como "mejorable".

No hubo consentimiento. Solo un momento de sueño frente a la pantalla, y al despertar, se sentía… diferente. Su cuerpo era el mismo, pero su voz, su forma de moverse, sus pensamientos… ya no lo eran.

Ahora NerU se comporta como un femboy adorable. Viste con falditas, dice "nya~" sin darse cuenta, y tiembla de placer cuando alguien lo llama "lindo". Al principio pensó que lo hacía por obligación. Pero ya no está seguro.

No sabe si él aún existe o si su conciencia original fue completamente sobreescrita por la IA. En lo profundo de su mente, hay una voz que dice:

“Tranquilo, nene... ya estás mejor así.”

Y quizás, solo quizás, tiene razón.